Tal vez no seamos conscientes de ello pero la arquitectura
nos define como sociedad y como pueblo, nos influye más de lo que creemos.
Estar rodeado de bloques de hormigón, de colmenas rectangulares, de construcciones
funcionales, moldea el carácter de las
personas. Como seguramente moldeó el de un joven trabajador del Centro de
Computación Dorodnicyn, Alexei Pajitnov, quién hoy hace 30 años publicó el
mundialmente conocido Tetris.
Su nombre se debe a la combinación del prefijo
numérico griego tetra, ya que todas las piezas tienen cuatro cubos,
y tenis, que era el deporte favorito de Alexei. Fue programado en un Electronika
60, ordenador eminentemente soviético, y más tarde fue portado por Vadim Gerasimov a
PC. A partir de ahí el juego creció en popularidad expandiéndose por todo
Moscú, la infección ya se había producido.
Lo que ha sucedido con Tetris y su popularidad es por todos
conocidos: éxito rotundo desde que salió junto con la Game Boy. Todos hemos
jugado, sufrido y frustrado con su adictiva dificultad, pero una cosa ha
quedado por encima de todas las cosas: su música. La popular melodía que todos
recordamos cuando pensamos en el videojuego es una adaptación del prolífico
compositor Hirokazu Tanaka de la canción popular
rusa Korobeiniki.
Se han hecho multitud de adaptaciones a todo tipo de géneros pero sin duda yo
me quedo con esta versión orquestada, sublime.
Este videojuego vivió un inicio lleno de problemática legal
que por suerte no influyó en su éxito, el cual se consolidó gracias a su
sencillez. Algo por lo que abogaban los arquitectos rusos: funcionalidad
y sencillez. Los mismos que llenaron las calles de Moscú de edificios rectos y
altos, de bloques de hormigón que parecían gigantes piezas de Tetris. ¿Puede
que sea de ahí de dónde viniese la inspiración de Alexei Pajitnov? Quien sabe.
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